Peinarse es un asunto personal, cara a cara. Te sientas en la silla giratoria y el estilista hace una obra maestra con la fregona en tu cabeza con la que entraste ... o al menos te quita el flequillo de los ojos. Y mientras esté allí, puede compartir más con ellos sobre las luchas de su relación o el estrés laboral que con cualquier otra persona que solo vea cada seis u ocho semanas. Pero en una pandemia, esa sensación íntima de visitar a su estilista se ha vuelto mucho más difícil. ¿Cómo puede un servicio tan cercano y personal sobrevivir a un bloqueo? En este episodio, escuchamos cómo Joshua Gray-Heim de Salón J.Co y Blow-Dry Bar está navegando por la pandemia de COVID-19.
Máscaras puestas, peinado: cómo un salón sobrevivió al cierre
